El Monterey es un aliado culinario perfecto. Los platos que necesiten queso rallado, lonchas o una capa lista para gratinar, son buenos candidatos para incorporarlo. Con una maduración media de entre 7 y 10 meses, los aromas torrefactos que desprende recuerdan a la hierba recién cortada y el bizcocho. En boca es un auténtico paraíso. Tiene un gusto a dulce, con matices de nuez y un ligero retrogusto a jamón. Se corta con un cuchillo de doble mango y se marida perfectamente con frutos secos y cacao puro. Lo encontrarás en multitud de platos americanos y como ingrediente estrella en ciertos platos de cocina mexicana.
Nos encontramos a uno de los pocos quesos que pueden considerarse nacidos en el continente americano, más en concreto en la ciudad de Monterey en California, aunque la invención está atribuida a los monjes franciscanos de la Misión de San Carlos Borromeo de Carmelo.
A finales del siglo XIX, un empresario afincado en Monterey, el escocés david jack, empezó a comercializarlo. En sus inicios, era un queso que solo se dejaba madurar durante una semana, para que resultara suave, blanco y blando. Se trata de un queso elaborado con leche de vaca, que varía en color o textura según las peculiaridades de su creación o el tiempo de su maduración. Este queso se da a múltiples combinaciones. A las variedades más curadas se las conoce como dry jack.